La historia del ballet es dividida comúnmente
por los historiadores en períodos cronológicos. Cada período es reconocido por
sus valores o rasgos coreográficos característicos y aunque se encuentra este
tipo de información, también es común encontrar una mezcla de datos o sucesos
variados.
Es por ello que la historia general del ballet que
encontramos en muchos libros escritos hasta hoy es una mezcla de biografías, registros
institucionales, explicación de las funciones que la danza ha cumplido para la
sociedad (política, social, ritual, ornamental), e información relacionada.
La siguiente es una lista de esos períodos cronológicos, con fechas redondeadas, desde el siglo XV de nuestra era, hasta el presente (año 2010 d.C.):
Siglos XV - XVI: danzas de corte o historia de las danzas preclásicas.
Siglos XVI - XVII: ballet de corte o historia de la danza barroca.
Siglo XVIII: ballet de acción.
Final del siglo XVIII – siglo XIX: historia del ballet romántico.
Segunda mitad del siglo XIX: historia de la danza clásica, historia del ballet académico y/o historia del ballet imperial.
Siglo XX – actualidad (2010): historia del ballet moderno, historia del ballet neoclásico y/o historia del ballet contemporáneo.
Si quieres ojear una descripción breve de cada uno de los períodos de la historia del ballet, con los nombres de las personas que fueron o son importantes en ellos, ve a nuestra página general de historia de la danza. Aquí encontrarás una versión ampliada de esa historia.
Entonces…
Esta historia comienza en la ciudad de Florencia (Italia), en la época llamada el Renacimiento (o comienzo de la ‘era moderna occidental’). La sociedad se transforma debido a grandes cambios políticos e ideológicos. De la ‘era oscura’ llamada ‘Edad Media’, la humanidad renace a un nuevo período, iluminada por la ciencia y el conocimiento.
Experimentos científicos prueban que la tierra gira alrededor del sol, en contra de lo que se creía por siglos. Las personas comienzan a creer que son responsables de sus vidas y que pueden mejorar su existencia por sus propios medios (en lugar de esperar que Dios lo haga); su capacidad creativa se ve estimulada, y con la invención de la imprenta, el conocimiento se difunde entre la población secular como nunca antes.
El sistema sociopolítico del momento es la monarquía. Un rey tiene el poder sobre todo en su territorio, cuya administración delega a cortesanos: príncipes, duques, marqueses, condes, vizcondes, barones, caballeros, etc.
Todas estas personas y sus familias se reúnen con cierta regularidad en el palacio real. Las reuniones sirven para celebrar grandes fiestas, en las cuales bailar es la forma principal de entretenerse y socializar. Un nuevo ‘rito’ colectivo nace: la danza de corte.
Al bailar, los cortesanos exhiben sus modales. La ‘gracia’ y la ‘elegancia’ se ponen de moda, por lo cual todo el mundo debe aprender esas maneras de moverse y comportarse. Por esto, un maestro real de danza enseña los pasos y modos de colocar el cuerpo superior, los brazos y las manos. Las formas de danza popular rural que ya existen son estilizadas en la corte, de acuerdo con las inclinaciones estéticas de la aristocracia.
Los cortesanos bailan piezas coreográficas cortas que corresponden a fragmentos musicales que tienen el mismo nombre. La siguiente es una lista de algunas de esas formas de danza:
La Pavana, La Gallarda, La Alemanda, La Curante, La Sarabanda, La Guiga, El Minuet, La Gavotta, El Bourré, El Rigodón, El Passepied, La Chaconna y Pasacaille, Las Canarias, El Lour y El Pass mezzo (el deletreado de estas palabras varía mucho; esta es un aproximación).
Si quieres leer una explicación de cada una de esas formas de danza, intenta encontrar el siguiente libro:
Horst, Luis. Formas preclásicas de la danza. Instituto cubano del libro, La Habana, 1971.
(Esa es una edición Cubana, que no provee mas datos bibliográficos - lo siento -, pero según algunas pistas que aparecen en su introducción, debe existir también una versión en inglés.
Las danzas cortesanas son muy variadas en sus ritmos, dinámicas y carácter. Aunque Italia es reconocida como su lugar de origen, toda Europa participa en esta tendencia social. Al referirse de manera general a ellas, Louis Horst escribe lo siguiente:
“Era una mezcla de la riqueza brillante del estilo de vida italiano, con la oscura emoción religiosa de los españoles, la ruda vitalidad de las gentes de los Países Bajos y la serenidad pastoral de los ideales ingleses. A esto hay que agregarle la influencia del arte popular de los trovadores con sus ‘Cortes Francesas de Amor’ y los himnos danzados de la reforma alemana de Martín Lutero.”
La costumbre de bailar en la corte se convierte con el tiempo en un acto preparado. Se actúa para complacer al rey o sorprender y dar la bienvenida a visitantes extranjeros.
Es en Francia donde este tipo de eventos logra su mayor magnificencia. Son patrocinados por Catalina de Medici, una mujer de la nobleza Italiana, quien se casa con Henry II (segundo hijo del rey de Francia) y se muda con su corte a ese país.
Estas presentaciones son llamadas ‘ballets’, aunque se diferencian mucho de cómo comprendemos hoy en día esa palabra. En ese tiempo, los ballets son actuados por personas de la corte, a veces incluso por el rey, y no existen bailarines profesionales. Los espectáculos son arreglados de acuerdo con un guión dramático, en el cual la danza no es necesariamente el componente esencial. Desfiles de animales, máquinas de efectos especiales, poesía, música en vivo, malabares y todo tipo de trucos escénicos son utilizados.
Uno de esos eventos es reconocido como el primero de la historia, por su fama y modo arquetípico. Se titula “El ballet Cómico de la Reina”, presentado en 1581 (autor: Balthazar de Beaujoyeulx, duración: ¡de 5 a 10 horas…!, lugar: gran salón bourbon del Palacio del Louvre).
Ese ballet cuenta la historia de un caballero desesperado que le implora al rey que lo libere del conjuro de la hechicera Circe (del poema griego “La Odisea”). Luego de una serie de entradas escénicas variadas, la bruja es capturada y entregada a él.
Dos características importantes, que serán comunes a todos los ballets durante este período, se encuentran en éste. Primero, el tema es tomado de la mitología griega antigua. Ésta es una tendencia cuyas raíces se encuentran en el renacimiento temprano, cuando el conocimiento griego y romano de la antigüedad es recuperado.
Segundo, el ballet incluye la acción de confortar y fortalecer la imagen del rey, su poder y su justicia. La historia del ballet nos dice que ésta es una época en la que la danza cumple una función política importante. Sus personajes e historias son acomodados para afirmar el principio monárquico y adular a la persona que representa el soberano real.
De acuerdo con la historia del ballet, todas las cortes Europeas copian el modelo del ballet de corte. Es en medio de este ambiente social, que nace el mayor mecenas de la danza que jamás haya existido: el rey LOUIS XIV.
Como dije antes, Louis XIV crece en una sociedad para la cual la danza es una herramienta política. Como futuro rey, y parte de la aristocracia, recibe una instrucción amplia en las ciencias y las artes, de las cuales la danza es su favorita. Aparte del hecho de que el joven Louis resulta convirtiéndose en un bailarín excepcional, su posición social le otorga la tarea de representar los roles principales de los ballets en su corte.
Al lado pueden verlo en el personaje de ‘La Guerra’, para el ballet “La boda de Peleas y Tetis” (1674).
Louis XIV realmente se apasiona por la danza. En 1661 alcanza la edad en la que puede gobernar a Francia solo (sin la intromisión de su madre) y comienza a tomar decisiones políticas que van a determinar considerablemente el devenir de la historia del ballet.
Funda la Academia Real de la Danza y confía su dirección a su maestro de danza: Pierre Beauchamp. En este momento, el proceso de la profesionalización de los bailarines comienza. El orden académico y la ‘claridad’ comienzan a ser preferidos a las tendencias barrocas o las influencias italianas.
Otras actividades académicas son patrocinadas, como la edición de libros de danza (“Orchésographie” de Thoinot Arbeau en 1588) o la invención de un sistema de escritura de la danza, publicado en 1700 y llamado sistema de notación “Feuillet”, por el nombre de su inventor.
Además de Louis XIV, hay tres personas de este período que son mencionadas con frecuencia en la historia del ballet:
Beauchamp (Pierre Beauchamp, 1631 Francia - 1705 Francia, coreógrafo, bailarín, maestro real de danza y director de la academia real de la danza), Lully (Jean-Baptiste Lully, 1633 Italia - 1687 Francia, compositor, violinista y director musical) y Molière (Jean Baptiste Poquelin, 1622 Francia - 1673 Francia, dramaturgo y actor).
Lully y Molière trabajan juntos para el rey, pero comienzan a tener desacuerdos estéticos con el tiempo. Mientras que Lully privilegia el canto y la tragedia, Molière prefiere la actuación y la comedia. El género de las obras que producen se conoce en la historia del ballet como Ópera-Ballet (o tragedia lírica) y Comedia-Ballet, respectivamente. La danza es en ambos casos un acompañamiento; cumple la función de un simple ornamento que aparece en medio de las ‘entradas’ o decora las partes cantadas o actuadas.
Alrededor de los 1670s, el rey Louis se niega a continuar con sus representaciones en los ballets. Para entonces, los espectáculos ya han salido de los límites de la corte. Desde 1632, un hombre llamado Horace Morel ofrece ballets para una audiencia que paga por entradas en el “Pequeño Louvre” (Morel podría ser conocido como el primer empresario de la industria de la danza…). Las semillas del ballet como evento público son creadas. En 1669, el primer teatro de danza escénica abre sus puertas, gracias al abad Perrin.
Un poco después, en 1673, Lully compra el privilegio de ese teatro y se crea la compañía de la “Ópera de París”. Los miembros de la aristocracia dejan de aparecer en los ballets y la danza se establece definitivamente como una profesión.
Como mencioné arriba, la danza no es todavía un arte autónomo, sino un elemento complementario de las tragedias y comedias; se enfoca esencialmente en el desarrollo de la técnica, ya que es considerada un asunto de entretenimiento que no hace parte de la acción.
Los siguientes son algunos hechos notorios de la época:
En términos generales, la historia del ballet llama a la danza de esta época ‘danza barroca’, ya que comparte rasgos con la atmósfera general barroca en la que nace: exceso ornamental, virtuosismo y modales extremadamente refinados.
Una manera de hacerse una idea cercana de esta parte de la historia del ballet sería ver la película “El rey danza” (“Le roi danse”, 2000, del cineasta Belga Gérard Corbiau). No hay tanta danza en la película como a nosotros nos gustaría, pero es una bella película que les recomiendo ver.
Como escribí arriba, para este momento la danza está muy orientada hacia los logros técnicos. Guiados por Pécour, las habilidades y el estilo de los bailarines de la ópera reemplazan a la gracia y a la geometría. Esto crea el fenómeno de la emergencia de grandes solistas en la historia del ballet.
La siguiente es una lista de algunos de los bailarines que son reconocidos en la época:
Marie Sallé (1702 - París 1756), François Prévost (París 1680 - 1755), Marie Anne de Cupis de Camargo (Bruselas 1710 - París 1770), Gasparo Angiolini (Florencia 1731 - Milán 1803), Jean Bercher ‘Dauberval’ (Montpelier 1742 - Tours 1806), Maximilien Gardel ‘el viejo’ (Mannheim 1741 - París 1787), Pierre Gardel ‘ el joven’ (Nancy 1758 - París 1840), Marie Madeleine Guimard (París 1743 - 1816), Gaétan Vestris (Florencia 1729 - París 1808), Auguste Vestris (París 1760 - 1842).
Hay dos bailarinas que son mencionadas con frecuencia en los libros de historia del ballet. Son recordadas porque introducen innovaciones atrevidas en el vestuario y porque se reconocen como la expresión de dos características primordiales de la danza: el virtuosismo técnico y el lirismo.
Maria Camargo es la bailarina con aptitudes corporales. Es la alumna de la señorita Prévost y hace su primera aparición en la Ópera de París en 1726. Camargo acorta la falda por encima de los tobillos, inventa ‘los pantalones protectores’ (¿ancestros de las mallas actuales…?) y utiliza zapatos de danza sin tacones.
Maria Sallé por otra parte, es la bailarina lírica, expresiva. Viene de la misma maestra y hace su carrera en la Ópera entre 1727 y 1740. Ella es reconocida por ser la primera bailarina que abandona la peluca habitual y el miriñaque (la falda que se pone sobre una estructura), para usar una túnica de muselina al estilo griego.
Pero lo que le da a este período su nombre histórico es la revolución estética producida por Jean Georges Noverre (29 de abril de 1727 Francia - 1810).
Posiblemente has escuchado hablar de él, ya que en la actualidad, el día internacional de la danza hace honor a la fecha de su nacimiento.
Él es tan importante para nosotros porque promulga la idea de que la danza es un arte autónomo. Desde entonces, la danza es entendida en la historia del ballet como un arte mayor en sí mismo y pasa de ser un ornamento de otros lenguajes estéticos a ser el objeto central de conocimiento artístico.
Noverre, además de crear obras de danza, escribe sus ideas en forma de cartas o artículos. Estos son algunos de los textos disponibles (los títulos están en francés pero los manuscritos han sido traducidos a varias lenguas).
Yo les recomiendo el primero de los libros mencionados arriba. De todas maneras, aquí les muestro una lista de algunos de sus preceptos más importantes, en caso de que quieran hacerse una idea breve:
Aparte de ser un pensador importante de la historia del ballet, Noverre produce muchas obras de danza por toda Europa. Este es el nombre de algunos de sus ballets más importantes (están en francés):
Les Fêtes chinoises (París 1754), La Fontaine de jouvence (París 1754), La Toilette de Vénus (Lyon 1757), L'Impromptu du sentiment (Lyon 1758), La Mort d'Ajax (Lyon 1758), Alceste (Stuttgart 1761 - Viena 1767), La Mort d'Hercule (Stuttgart 1762), Psyché et l'Amour (Stuttgart 1762), Jason et Médée (Stuttgart 1763 - Viena 1767 - París 1776 y 1780 - Londres 1781), Hypermnestre (Stuttgart 1764), Diane et Endymion (Viena 1770), Le Jugement de Paris (Viena 1771), Roger et Bradamante (Viena 1771).
Hacia el final de este período, otro coreógrafo crea una obra que anuncia el inicio de un nuevo tiempo estético y político. “La fille mal gardée” (“La hija mal cuidada”, 1789 - Bordeaux), de J. Dauberval es un ballet en el que los personajes principales son campesinos. El ballet refleja la caída incipiente del sistema monárquico y comienza a transformarse en respuesta a la nueva sociedad.
‘Romanticismo’ es una palabra que se utiliza en la historia y teoría del arte para nombrar una tendencia cultural (y estética, por supuesto) que se extiende por Europa durante esta época. Desde el punto de vista social, ésta es una época de pérdida de ilusiones, incomodidad y desacuerdos, debido al fracaso de la revolución francesa y lo que ésta representa.
En lo que concierne a las artes, el romanticismo tiene muchas variaciones de acuerdo con los contextos locales, así que me concentraré en algunas de las características principales del ballet romántico:
Ésta es la época en la cual nacen algunos de los arquetipos populares actuales del ballet: sentimentalismo, amor libre, idealismo extremo frente a una realidad miserable, amor por la naturaleza como lo verdadero y opuesto a la civilización, culto de la persona individual, exaltación de la sensibilidad sobre la razón, gobiernan el corazón y la imaginación.
Hay cuatro bailarinas famosas en este período de la historia del ballet:
Y por supuesto, estos dos ballets (apuesto que has oído hablar de ellos…):
“La sílfide” (1832): coreografía de Filipo Taglioni, guión de M. Nourrit, bailarina principal María Taglioni.
“Giselle” (1841): coreografía de Jean Coralli y Jules Perrot, guión de Théofile Gautier y Vernoy de Saint Georges, música de Adolphe Adam, escenografía de M. Cicéri, bailarina principal Carlotta Grissi.
Por fortuna, estas obras aún siguen vivas y son representadas por diferentes compañías alrededor del mundo. Así que lo dejo a ustedes de ir a ver las versiones actuales. También hay videos completos disponibles (o fragmentos) en línea. Sólo recuerda que las versiones actuales pueden ser ligeramente o muy diferentes de las versiones originales, así que pon atención a los comentarios explicativos.
Hasta aquí, nuestra historia ha ocurrido en Francia. Ahora es el momento de un desplazamiento, pues el imperio ruso comienza a asignar presupuestos enormes para espectáculos de ballet y para su práctica.
En 1801, Charles L. Didelot funda la escuela de ballet de San Petersburgo. Desde ese momento, maestros de danza franceses e italianos como Alexis Blache, J. Perrot, Arthur Saint-Léon (en 1859) o Enrico Cecchetti (en 1887) son invitados a trabajar allí.
Entre estos artistas, uno de los más recordados es Enrico Cecchetti (Italia 1850 – Italia 1928). Cecchetti fue bailarín, pero es reconocido principalmente por sus habilidades para enseñar y el desarrollo de su propia técnica. Desde los 1890s, trabaja para el ballet imperial de San Petersburgo como profesor, teniendo figuras como Anna Pavlova, Leonid Massine o Vaslav Nijinski entre sus estudiantes.
Pero, la figura principal de este período es el francés Marius Petipa.
Hacia la mitad del siglo, el ballet está decayendo en Francia. Cuando en 1847, Petipa es invitado por el ballet ruso a trabajar para ellos, éste se muda a San Petersburgo donde hará una carrera de creación artística de sesenta años. Con el teatro Mariinsky como sede, Petipa dirige una compañía de doscientos cincuenta bailarines, ochenta estudiantes, más de cien músicos, y compositores como L. Minkus, C.Pugni o R. Drigo.
La historia del ballet reconoce las obras de esta época por incluir el vocabulario coreográfico de la escuela francesa y los logros técnicos de los italianos. El ballet alcanza una cima académica que despliega un virtuosismo técnico extremo.
Petipa aprovecha esa fortaleza, integrándola con sentido teatral, cuentos de hadas, pantomima y danzas de carácter (española, china, húngara, de la india, escocesa, rusa…). También crea variaciones para las ‘étoiles’ (estrellas en francés) y participa en el establecimiento de la forma ‘Pas de deux’ (dúo, solo masculino, solo femenino, coda).
En 1881, P.I. Tchaikovsky comienza a trabajar para Petipa como compositor. Esta alianza crea algunas de las obras de ballet más famosas de nuestra historia: “El lago de los Cisnes” (1895), “El Cascanueces” (1892) y “La bella durmiente” (1890).
Aunque esas tres obras son las más famosas entre las creaciones de Petipa, él es el autor de más de cincuenta ballets como por ejemplo “Don Quijote”, “La Cenicienta”, “El Corsario”, “Raymonda”, “Las cuatro estaciones”, “Carmen y el torero”, “Paquita”, “La Bayadera” o “El Grand pas classique”, por nombrar algunas de ellas.
El final del siglo XIX en Rusia es una era de oro para el ballet. Pero, como todo en la cultura, evoluciona para seguir caminos nuevos o mejor adaptados a la sociedad. Los bailarines que fueron educados durante este período llevarán su conocimiento a nuevas fronteras. M. Fokine, V.Nijinsky, B. Nijinska, T.Karsavina y A. Pavlova, entre otros, llevarán el triunfo ruso del ballet académico hacia las tendencias europeas del arte moderno.
Durante el siglo XX, el ballet ruso vuelve a su hogar europeo. De la mano de un empresario de arte llamado Serguéi Diáguilev (1872 Rusia - 1929 Italia), la danza clásica regresa con un repertorio establecido y una oferta innovadora.
Diáguilev no es un artista pero aprecia el arte y tiene formación musical y visual. Hace parte de la élite intelectual de los círculos de San Petersburgo y se empeña en educar al público popular ruso en el conocimiento de las artes.
Siguiendo esa idea, elabora un plan para divulgar las artes rusas (la pintura, la música, el teatro y la danza) en su propio país y luego amplía su proyecto hacia un objetivo mayor: Europa. De esta manera, después de tener éxito con varias exposiciones de arte visual, decide llevar el ballet a París.
En 1909, Diáguilev ofrece un primer espectáculo con un grupo seleccionado de bailarines del ballet imperial. El show se presenta en el teatro de Châtelet y da nacimiento a lo que es conocido en la historia del ballet como la compañía de “Los ballets Rusos de Diáguilev”.
El gusto parisino de la época por formas exóticas les da una bienvenida calurosa. Crean obras nuevas como el “Pavillon d’Armide” (“El Pabellón de Armide”), “L’oiseau de feu” (“El pájaro de fuego”) o “Les danses Polovtsianes” (“Las danzas Polovtsianas”).
Diáguilev no es coreógrafo. El delega esta tarea a figuras como M. Fokine, V. Nijinsky, Léonide Massine, B. Nijinska o G. Balanchine, quienes también son bailarines de la compañía junto a A. Pavlova, T. Karsavina o S. Lifar.
Juntos desarrollan la idea de crear “una obra de arte total”: un producto en el cual todos los lenguajes estéticos serían coherentes y convergerían con un mismo sentido. Es por esto que integran a artistas de otras disciplinas en sus producciones.
Éstas son algunas de las figuras que colaboran con la compañía:
Artes visuales: León Bakst, Alexander Benois, Nicolas Roerich, P. Picasso, A. Derain, H. Matisse, M. Laurencin, G. Braque, H. Laurens, C. Chanel, M. Utrillo, N. Gavo and A. Pevsner, G. Rouault.
Música: I. Stravinsky (quien sería el colaborador musical más importante, autor del famoso “Pájaro de fuego”), M. Ravel, E. Satie, F. Poulenc, G. Auric, D. Milhaud, H. Sauguet, S. Prokofiev.
Drama: J. Cocteau.
La compañía de los Ballets Rusos se mantiene viva hasta la muerte de Diáguilev. En 1929, después de veinte años de producción artística, el grupo se disuelve, dejando un legado coreográfico que influencia el trabajo de muchas compañías hasta nuestros días. Obras como “Le sacré du Printemps” (“La consagración de la primavera”), “L’après midi d’un faune” (“La siesta de un Fauno”) de Nijinsky, o “Noces” (“La Boda”) de Nijinska, son aún reinterpretadas o citadas por coreógrafos contemporáneos reconocidos; éstas contienen algunas semillas importantes de lo que será el ballet durante el resto del siglo XX y su continuación.
Después de la época de Diáguilev, varios países en el mundo ya han preparado las condiciones para mantener compañías de ballet profesionales estables. Los bailarines y coreógrafos mezclan su legado coreográfico con valores del arte moderno, postmoderno y/o contemporáneo, creando una gran variedad de propuestas creativas y estilos.
Compañías de ballet poderosas crecen y se reproducen por todo el mundo, dirigidas por figuras como María Rambert y Ninette de Valois (Inglaterra), George Balanchine (E.U.A.), John Cranko (Sur África), Maurice Béjart (Francia), Kenneth Mac Millan (Inglaterra), Robert Joffrey (E.U.A.), Jirí Kylián (Países Bajos), William Forsythe (E.U.A.), Mats Ek (Suecia) , Nacho Duato (España), Jean Cristophe Maillot (Mónaco)…
Como los datos históricos son mucho más amplios para este período, terminaré el relato de la historia del ballet aquí. Puedes encontrar una lista de los libros sobre historia del ballet que utilicé para hacer este resumen, al final de mi página general de historia de la danza. Para hacerte una idea del trabajo coreográfico de los últimos artistas que mencioné, te recomiendo buscar en la web utilizando los nombres que listé. Como son artistas de nuestro tiempo, es muy posible que puedas ver allí videos de sus obras.
Traducido por María Naranjo en 2017, del original en inglés, publicado en 2010.
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